Una de estas mañanas viniendo al trabajo, me comencé a reformular una pregunta que durante años ha dado vueltas en mi cabeza y tiene que ver con la felicidad, y la pregunta es tan simple como saber si en realidad existe la felicidad. Al llegar a la la oficina comencé como loco a navegar en Internet en busca de los conceptos técnicos de la felicidad, así como los científicos, saber si realmente existen esas definiciones que expliquen algo que nace producto de una emoción a veces inexplicable y, entre los cuales me llamó mucho la atención el que la RAE (Real Academia Española) le atribuye a la felicidad. y es este, el "Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien". Por supuesto que semejante hallazgo produjo un choque en mi cabeza. Y es porque siempre he escuchado que la felicidad no va relacionada con lo material o el dinero, etc.; aún cuando he percibido del 98% de los seres que he conocido a lo largo de mi vida que son esos bienes los que llenan su mundo. (El otro 2% que no entra en juego, son los animales).
Un verdadero hallazgo
Después de unas cuantas leguas recorridas, llegué al monasterio Shechen en las montañas de Nepal, dondé conocí a Matthieu Ricard, el considerado hombre más feliz del planeta: Nacido en París en 1946, biólogo molecular, hijo de un filósofo ateo y, que dejó su carrera para dedicarse al budismo.
Científicos sometieron su cabeza a constantes resonancias magnéticas nucleares, en sesiones de hasta tres horas de duración. Su cerebro fue conectado a 256 sensores para detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer, satisfacción y así con decenas de sensaciones diferentes.
Los resultados fueron sorprendentes, estuvo por encima de los cientos de voluntarios, quienes resultaron gente muy infeliz y gente feliz. Pero él es el más feliz.
Sin casa, sin dinero, sin esposa
Escribe libros y dona todo el dinero recaudado por ellos, vive apartado de toda civilización y practica el celibato desde hace más de 30 años y así es feliz, el más feliz. Así vive la vida este francés, el único europeo que sabe tibetano clásico.
Y más para destacar, es el hecho que sea occidental, que lo haya conocido y tenido todo y así dejarlo, para convertirse en un hombre de verdaderos ideales.
Algunas de sus reflexiones
Ricard suele acudir a una anécdota del Dalai Lama para negar que el control de los impulsos negativos sea igual a pasividad o falta de respuesta, por ejemplo ante un crimen o un genocidio. «Alguien le preguntó en una ocasión al Dalai Lama qué haría si alguien entra en una habitación para matar a todos los presentes. Su respuesta irónica fue: «Empezaría por dispararle a las piernas. Y si eso no funciona, apuntaría a la cabeza».
Ricard cree que el problema es que nuestros sentimientos negativos hacia otras personas no están a menudo justificados, sino que los hemos creado nosotros en nuestra mente de forma artificial como respuesta a nuestras propias frustraciones. Y ése es uno de los impulsos que el monje francés piensa que hay que aprender a controlar si se quiere ser feliz. Para el escritor, la felicidad es «un tesoro escondido en lo más profundo de cada persona». Atraparla es cuestión de práctica y fuerza de voluntad, no de bienes materiales, poder o belleza. Los que llegan al final del viaje y logran la serenidad que lleva a la dicha, asegura Ricard, sienten lo mismo que «un pájaro cuando es liberado de su jaula».
Si quieren leer el artículo completo pueden hacerlo clickeando acá
y a ti qué te hace feliz?
Un verdadero hallazgo
Después de unas cuantas leguas recorridas, llegué al monasterio Shechen en las montañas de Nepal, dondé conocí a Matthieu Ricard, el considerado hombre más feliz del planeta: Nacido en París en 1946, biólogo molecular, hijo de un filósofo ateo y, que dejó su carrera para dedicarse al budismo.
Científicos sometieron su cabeza a constantes resonancias magnéticas nucleares, en sesiones de hasta tres horas de duración. Su cerebro fue conectado a 256 sensores para detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer, satisfacción y así con decenas de sensaciones diferentes.
Los resultados fueron sorprendentes, estuvo por encima de los cientos de voluntarios, quienes resultaron gente muy infeliz y gente feliz. Pero él es el más feliz.
Sin casa, sin dinero, sin esposa
Escribe libros y dona todo el dinero recaudado por ellos, vive apartado de toda civilización y practica el celibato desde hace más de 30 años y así es feliz, el más feliz. Así vive la vida este francés, el único europeo que sabe tibetano clásico.
Y más para destacar, es el hecho que sea occidental, que lo haya conocido y tenido todo y así dejarlo, para convertirse en un hombre de verdaderos ideales.
Algunas de sus reflexiones
Ricard suele acudir a una anécdota del Dalai Lama para negar que el control de los impulsos negativos sea igual a pasividad o falta de respuesta, por ejemplo ante un crimen o un genocidio. «Alguien le preguntó en una ocasión al Dalai Lama qué haría si alguien entra en una habitación para matar a todos los presentes. Su respuesta irónica fue: «Empezaría por dispararle a las piernas. Y si eso no funciona, apuntaría a la cabeza».
Ricard cree que el problema es que nuestros sentimientos negativos hacia otras personas no están a menudo justificados, sino que los hemos creado nosotros en nuestra mente de forma artificial como respuesta a nuestras propias frustraciones. Y ése es uno de los impulsos que el monje francés piensa que hay que aprender a controlar si se quiere ser feliz. Para el escritor, la felicidad es «un tesoro escondido en lo más profundo de cada persona». Atraparla es cuestión de práctica y fuerza de voluntad, no de bienes materiales, poder o belleza. Los que llegan al final del viaje y logran la serenidad que lleva a la dicha, asegura Ricard, sienten lo mismo que «un pájaro cuando es liberado de su jaula».
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1 comentario:
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